Publicidad de PWG

Mundo Spooffy

Capitulos - Par de exploradores

Volver al libro

Capítulo anterior
Siguiente capítulo
03
Par de exploradores

– El pueblo se ve retirado, será mejor que descanses un poco antes de ir.

– De acuerdo, aprovechemos para darte un pequeño recorrido por esta hermosa montaña.

Kento se puso de pie y decidió estirarse un poco para después pensar en el punto de partida del recorrido que estaba por dar a su nuevo amigo. Giró la cabeza hacia el gran cúmulo de árboles que se podía ver a su izquierda, y después hacia la vereda que los llevaría a las cuevas en donde él pasaba las noches. Se quedó pensando por unos momentos, sin lograr decidir.

– ¿A dónde lleva la vereda? – Preguntó Spooffy.

– Ah, claro, comenzaremos por allí. Sigueme, veremos muchas cosas muy interesantes.

Fueron bajando por un camino de tierra un poco angosto, solo uno de ellos podía pasar por él al mismo tiempo. A los lados había unos cuantos árboles pequeños de no más de metro y medio de altura, y de vez en cuando podían apreciar montones de flores con unas formas bastante curiosas. Conforme avanzaban su recorrido, el paisaje se iba volviendo más rocoso.

– El camino nos lleva a una red de cuevas que recorren bajo tierra prácticamente toda la montaña, y es la única entrada segura a ellas. Ni te imaginas la cantidad de personas que han pasado por estos lugares sin saber de la existencia de las cuevas, y los que las encuentran deciden salir antes de adentrarse mucho. Pero yo no, las he explorado lo suficiente y han sido mi hogar por mucho tiempo. – Para cuando Kento terminó de hablar, ambos se hallaban a la entrada as cuevas. – Llegamos.

El lugar se veía oscuro y por un momento Spooffy quiso dar la vuelta e ir a otra parte, pero al ver como Kento avanzaba sin preocupaciones y lo llamaba a seguirlo, se armó de valor y entró.

– Ten cuidado, trata de no alejarte mucho de mi hasta que lleguemos por mis cosas, tengo una linterna para que puedas ver mejor. ¿Has leído Héroes por siempre?

– Si pudiera recordar algo tal vez podría contestar tu pregunta.

– Oh, lo siento, olvidé por completo lo de tu memoria. Bueno, te platicare sobre la historia. Se trata de un grupo de chicos con superpoderes que emprenden un viaje para averiguar qué pasó con sus padres, porque llevan años sin saber de ellos. Me recuerda un poco a nuestro objetivo, encontrar algo sobre tu pasado, y tu y yo somos como ellos, como héroes.

– Bueno, pero yo no tengo mi traje de superhéroe.

– No te preocupes por eso, en cuanto tengamos la oportunidad te conseguimos uno. Es aquí.

Spooffy seguía sin poder ver nada, pero escuchaba como Kento tomaba algo del suelo, y pasados unos momentos, una luz surgió de la mano de Kento, producida por la linterna que él sostenía.

– Ten, para que puedas ver.

Tomó la linterna e iluminó su alrededor para poder apreciar el interior de la cueva. No sirvió de mucho, la luz se perdía unos cuantos metros adelante, dejando ver que había mucho por recorrer antes de llegar al final de la red de cuevas, si es que había uno. También se dio cuenta de que ahora Kento portaba una mochila roja, al igual que casi toda su ropa.

– Tu mochila se ve pesada, ¿cuántas cosas llevas en ella?

– Algo de ropa, cosas para comer y mis historietas, no pesa tanto como parece, la ropa ocupa mucho espacio.

– Creo que deberías dejar algunas cosas, imagino que el viaje va a ser largo y cargar con mucho peso no va a ser algo bueno.

– No te preocupes por eso, te prometo que no será ningún inconveniente en el viaje.

– De acuerdo. Supongo que es hora de partir, no podemos perder mucho tiempo, quiero buscar en el pueblo antes de que anochezca, vamos.

Ambos se dirigieron a la salida y esta vez tardaron menos en recorrerla gracias a la luz de la linterna. Una vez fuera, Kento sacó de su mochila unas cuantas frutas y sugirió comer un poco antes de continuar. Al terminar, guió a Spooffy por un camino distinto.

– Llegaremos más rápido si vamos por aquí, si volvemos por donde vinimos tendremos que subir y después bajar otra vez, ven.

Esta vez se adentraron en un montón de arbustos por donde apenas y se podía ver lo que había delante de ellos. A Spooffy no le agradaba la nueva ruta que habían tomado, parecía que en cualquier momento se perderían, pero Kento avanzaba bastante seguro de saber a dónde se dirigían, y no tuvo otra opción que seguirlo justo como había hecho en la cueva. Después de varios minutos llegaron por fin al pie de la montaña y Kento dio media vuelta.

– Adiós querida montaña, te dejaré por un tiempo para emprender una gran aventura. Nos vemos.

Fue de esta manera como los dos amigos marcharon hacia ese pueblo que se veía a la distancia. No fue un recorrido tan largo como Spooffy esperaba, así que llegaron a buena hora para cumplir con su objetivo. El Sol aún daba buena luz y el cielo permanecía bastante despejado, por lo que no se debían preocupar por posibles lluvias.

Antes de comenzar a buscar, Spooffy dió un vistazo rápido. Todas las construcciones del pueblo estaban hechas de madera y se notaba que habían sido construidas hace ya mucho tiempo, pero eso no evitó que los dos visitantes se sorprendieran al ver que, además de ellos, no había absolutamente nadie en el lugar.

– ¿Estás seguro de que aún vive alguien por aquí? – preguntó Spooffy.

– Pues… – respondió Kento un poco avergonzado mientras se rascaba la cabeza – nunca había venido aquí, sólo había visto el pueblo a lo lejos.

En ese momento Spooffy mostró una cara de disgusto, pero comprendió que en realidad no tenía una mejor opción que buscar en aquel pueblo fantasma.

–Está bien, no te preocupes. Aún sin gente podemos buscar documentos o algo. En realidad no sé muy bien que buscar pero no puedo quedarme sin hacer nada.

Dicho esto ambos comenzaron a buscar, cada uno por su propio lado. Mientras Kento revisaba lo que en algún momento habían sido negocios, Spooffy decidió investigar en las viviendas. Entró primero a la casa que parecía menos descuidada, con la esperanza de encontrar cosas en buen estado. Su inspección no tuvo un inicio prometedor, pues abrir la puerta fue todo un reto para él, pero una vez dentro todo fue más sencillo. Más sencillo, pero requirió de mucho tiempo.

Revisó cada rincón de la casa, comenzando por el comedor y la cocina, que se hallaban directamente después de la entrada. No encontró nada más que latas de comida caducadas bastante tiempo atrás, cubiertos de cocina llenos de polvo y la desagradable presencia de algunas colonias de hongos creciendo en los restos de lo que seguramente fueron frutas.

Después de eso continuó con las dos habitaciones, en donde revisó debajo de las camas, así como dentro, debajo y detrás de los pocos muebles que quedaban. Encontró también una pequeña bodega en donde había varias cajas amontonadas, y se tomó el tiempo de revisar cada una de ellas, encontrando no más que polvo, pelusa, telarañas y ocasionalmente alguna fotografía en muy mal estado.

Su suerte no cambió demasiado con el resto de las casas, en donde las únicas cosas que le parecieron los suficientemente importantes como para tomar fueron una breve carta dirigida a alguien llamado Gesk, un reloj viejo, unas cuantas monedas y una pequeña bolsa de tela para poder guardar el resto de las cosas.

El cielo empezaba a tomar una coloración anaranjada, señal de que el Sol estaba por ocultarse, cuando Spooffy no pudo soportar más su desesperación y se dejó caer rendido en una de las calles, mientras Kento daba un recorrido para observar más del lugar.

– No puedo creer que no encontremos nada. – Comenzó a decir Spooffy, un tanto desalentado – Solo encontramos basura, es como si toda la gente se hubiera llevado consigo las cosas importantes... Bueno, en realidad eso es de suponerse, si decidieron irse, seguramente cargaron con todo lo que les pudiera hacer falta. ¿Tú qué piensas Kento?

Giró la cabeza, esperando encontrar a su amigo sentado junto a él. En su lugar y para sorpresa suya, se hallaba un joven que llevaba una mochila verde en su espalda. Usaba una gorra igualmente verde y vestía una especie de bata color crema. En su rostro, justo debajo de los ojos, lucían unas curiosas manchas café pintadas con el dedo.

Al verlo Spooffy soltó un grito, y en un abrir y cerrar de ojos pasó de estar sentado en la calle a flotar sobre ésta, mirando con asombro al individuo que, sin emitir ni un solo ruido, había llegado de quién sabe dónde y ahora estaba parado al frente suyo.

– Hola, mi nombre es Azter. – Comenzó a hablar – Mi hermana y yo estamos de paso por aquí y no pudimos evitar verlos entrar y salir de las casas. – Al mismo tiempo que decía esto, señalaba hacia el lugar en el que estaba Kento, mirando asombrado a una pequeña niña vestida con una falda y una playera bastante coloridas y una gorra azul celeste, con un color muy similar al de las alas que se extendían de manera lateral a su cuerpo. – ¿Qué los trajo por aquí? ¿Si saben que es un pueblo abandonado, verdad? – Preguntó con un tono burlón.

–Sí, no pudimos evitar notarlo. ¿Qué buscamos? Te voy a contar la historia, espero que me creas.

Una vez más, Spooffy narró la historia de su llegada al mundo y de la búsqueda que había decidido emprender.

– ¿Creerte?– Respondió Azter con una sonrisa acompañada de una ligera carcajada. – Lo dices como si fuera algo de verdad muy raro. Verás, mi hermana y yo vivimos moviéndonos de un lugar a otro, y si algo hemos aprendido es que hay un montón de cosas extrañas en este mundo. Eres un fantasma que se cayó del camino entre los mundos, lo único raro de tu historia es el motivo por el que caíste, no había escuchado de ningún caso así.

– ¿Entonces no sabes nada que me pueda ayudar?– En la voz de Spooffy se transmitía una tristeza tal, que de no ser por su condición fantasmal, cualquiera podría pensar que su corazón se desplomaría en cualquier momento.

– No he oído de nada que pueda ayudarte, pero sí de alguien. Existen muchas personas en el mundo que poseen una cantidad enorme de conocimiento, y otras tantas capaces de controlar poderes incomprensibles para el resto. De entre ellas, he oído rumores de que existe un mago, el más poderoso y sabio de todos, que conoce todos y cada uno de los secretos del mundo. Si alguien puede ayudarte, es él.

– ¡Qué gran noticia me acabas de dar Azter! – Una felicidad inundó de inmediato el rostro de Spooffy, pero con la misma velocidad con la que llegó, se fue. – Pero ahora el problema es encontrarlo, dudo que sepas como llegar con él.

Tan pronto escuchó esto, y sin decir palabra alguna, Azter se quitó su mochila, la abrió y comenzó a buscar. Después de unos segundos, sacó un papel enrollado. Se trataba de un mapa, un gran mapa, y mientras lo desenrollaba, fue hablando.

–Puede que tengas razón, pero también puede que no. Tengo este mapa, no indica cómo llegar a ese poderoso mago, pero sí el camino para llegar al reino de Fehnsir. – Al mismo tiempo que decía esto, señalaba un lugar en el mapa que representaba dicho reino. –Es uno de los reinos más grandes que hay, y en él hay una gran cantidad de comerciantes y hechiceros, además de que ahí se encuentra la biblioteca más grande del mundo. Si te animas, tú y tu amigo pueden viajar con nosotros hasta allá, donde muy probablemente encontremos información que nos ayude a llegar con el Gran Mago.

Una vez más Spooffy supo que no contaba con más alternativas. Pero ahora, por lo menos tenía la esperanza de que en el reino de Fehnsir encontraría la forma de encontrar al Gran Mago, y que cuando llegara con él, obtendría la respuesta a todas sus preguntas.

–Está bien. Muchas gracias por tu ayuda, espero que nuestra presencia no los incomode.

– Al contrario, será emocionante tener un rumbo fijo. Hasta ahora solo hemos estado viajando por aquí y por allá, explorando el mundo. Esto será como una aventura.– Al terminar de decir esto, llamó a su hermana. – ¡Boniz!

La pequeña, al escuchar a su hermano hablándole, se dispuso a ir hacia donde éste se encontraba, no sin antes disculparse.

–Mi hermano me está llamando, – le dijo a Kento – ¿no quieres venir tú también?

Ambos, que durante este tiempo habían entablado una amistad, se dirigieron al lugar en el que sus compañeros se encontraban.

–Éste es Spooffy, él y su amigo nos van a acompañar hasta el reino de Fehnsir.

–¡Sí, Kento y Spooffy vienen! – Boniz comenzó a revolotear de alegría.- ¡Que emoción, seré amiga de un fantasma!

Azter y Spooffy voltearon a ver a Kento, sabiendo que si Boniz sabía lo que era Spooffy, él era el único que se lo podía haber contado.

–Se lo tuve que contar todo, no paraba de hacer preguntas.- Contestó, dirigiéndose a Spooffy.

Y las palabras de Kento no tardaron casi nada en ser demostradas por la misma Boniz, que comenzó a bombardear de preguntas al pequeño fantasma.

–Pero eres un fantasma muy chistoso. ¿Por qué no eres invisible? ¿Puedes atravesar las cosas? ¿Puedes volar? ¿Puedes convertirte en un monstruo? ¿Puedes entrar en el cuerpo de alguien? ¿Puedes… – De no ser interrumpida por su hermano, la pequeña podría haber seguido preguntando por horas.

– Boniz, tranquila, harás que nuestro amigo se sienta incómodo. – Miró al cielo, y al notar que éste perdía poco a poco el color anaranjado para convertirse en negro, continuó.- No tardará mucho en anochecer, aprovechemos estas casas abandonadas para descansar y mañana temprano saldremos rumbo a Ponter.

– ¿Ponter? – Preguntó Kento.

–Ah, claro, es un pueblo de comerciantes. – Azter apuntó su dedo índice hacia lo que era una montaña ligeramente más pequeña que aquella de donde Kento venía, señalando la ubicación de su destino más próximo. – Pasaremos a comprar algunas cosas para el viaje y después partiremos al reino de Fehnsir. Es un camino un poco largo, así que sería conveniente que duerman bien.

–Está bien. Respondieron Kento y Spooffy simultáneamente.

Todos tomaron posesión de una cama, se prepararon para dormir y cayeron en un profundo sueño, preparándose para el viaje que emprenderían la mañana siguiente.


Capítulo anterior
Siguiente capítulo


comments powered by Disqus
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis