Publicidad de PWG

Mundo Spooffy

Capitulos - El pequeno gran heroe

Volver al libro

Capítulo anterior
Siguiente capítulo
02
El pequeño gran héroe

Como no tenía una mejor idea, decidió buscar alguna pista a su alrededor. Pasaron unos cuantos minutos, después unas horas, pero sencillamente era inútil seguir así. Necesitaba un punto de partida, pero no había nada que lo pudiera ayudar.

De pronto se sintió incómodo, como si alguien lo estuviera siguiendo. Miró detrás de sí pero no logró ver nada. Siguió explorando la zona. A su alrededor solo había pasto, arbustos y unos cuantos árboles, todo era parte de una montaña rodeada de un inmenso campo verde que por momentos parecía ser más extenso que el mismo cielo.

Comenzó a sentirse cansado, así que decidió recostarse a la sombra de un árbol. Cerró los ojos un momento, cuando de repente se escuchó un ruido que provenía de unos arbustos cercanos al árbol. Volteó rápidamente pero de nuevo no logró ver nada. Derecha, izquierda, nada por ambos lados. De nuevo miró a la derecha, pero en esta ocasión se sobresaltó al ver al frente suyo a alguien.

Era un poco alto, con un cuerpo robusto, piel café y un par de dientes que salían de la parte inferior de su boca, cubriendo parcialmente los labios superiores. Lo realmente curioso, más que su complexión, era su vestimenta.

Portaba una especie de disfraz de superhéroe. Un suéter azul mal recortado de modo que unas mangas rojas con relámpagos dibujados por doquier se asomaban por los agujeros. Su pantalón tenía el mismo aspecto que sus mangas, y para terminar, llevaba un viejo trapo igualmente rojo en su cabeza, cubriendo casi la totalidad de su cara. En realidad, mostraba un aspecto torpe.

El individuo lo miraba fijamente y acercó su mano para tocar un poco a ese pequeño ser blanco. Se frotó la barbilla y dijo.

– Nunca había visto a nadie como tú, ¿qué se supone que eres?

– Yo…no lo sé.- Respondió con cierto nerviosismo.

– ¿No sabes o no quieres decirlo? – Su tono de voz se volvió más serio. – Te advierto que yo soy el guardián de estas tierras y no permitiré que nadie venga aquí con malas intenciones, y si no quieres contestarme no puedo pensar otra cosa acerca de ti.

Hubo un pequeño silencio antes de que el ahora enojado individuo volviera a hablar.

–Bueno, veo que no quieres hablar, tendré que usar la fuerza contra ti.– En ese momento se alejó unos cuantos metros y antes de que nuestro amigo pudiera hacer algo, aquél ser de vestimenta roja comenzó a correr a toda velocidad, con la cabeza al frente, con intenciones de derribar todo a su paso.

Pero justo antes de recibir el impacto, nuestro blanco compañero logró hacerse a un lado, escuchando como el árbol en que minutos antes se había recostado era embestido.

–Parece haberse desmayado, será mejor que me vaya de aquí antes de que despierte.

Avanzó poco más de tres metros, pero algo en su interior le impedía continuar. Volteo hacia el sujeto desmayado y no pudo contener un sentimiento de culpa en su interior.

–No puedo dejarlo así, aún cuando quiso atacarme.

Con todas sus fuerzas levantó al individuo y lo llevó sobre sí hasta que logró encontrar un pequeño arroyo. Lo recostó bajo la sombra de un árbol cercano y con sus manos llevó un poco de agua.

–Ten, bebe un poco.- Sin protestar ni un poco, aceptó la ayuda y bebió lentamente el líquido.

–Gracias, pero ¿por qué lo haces?

–Aunque intentaste derribarme, comprendo que lo hiciste para defender este lugar, así que no podía irme sin ayudarte.

–Perdóname por eso, pero el que no quisieras decirme quien eres me hizo desconfiar de ti. ¡Pero que tonto! Nunca me presenté. Mi nombre es Kento, y me he dado a la labor de proteger estos campos.

–Mucho gusto Kento.

–Bueno, ahora que me presente ¿podrías hacer lo mismo?

–Está bien, pero es muy probable que no me creas. Ni siquiera yo me lo creo.

Dicho esto, comenzó a narrarle lo poco que recordaba. El camino, la puerta, su accidente, su objetivo y por último, su inoportuno encuentro.

–He oído acerca de ese camino. – Dijo Kento – Dicen que cuando uno muere, su espíritu es transportado allí y los recuerdos de su vida se pierden, y esa puerta es la entrada al mundo de los espíritus, el lugar donde viven por el resto del tiempo.

–Eso explica mucho, pero aun no entiendo por qué llegué aquí.

–Pues no lo sé, pero como agradecimiento por ayudarme, te ayudaré en tu búsqueda, entre dos tal vez encontremos algo.

–¿En verdad? ¡Muchas gracias! ¿Pero en donde podremos empezar?

–Pues…por allá he logrado ver un pueblo, – dijo Kento mientras señalaba unas casas a lo lejos – si caíste en este lugar es posible que en ese lugar encontremos algo.

–Suena bien.

–Pero necesitas un nombre, para poder hablarnos más fácilmente.

–Hmm…no se me ocurre ninguno.

–¡Espera, se me ocurrió uno! ¡Spooffy! Como la mascota de Max, de Héroes por siempre.

–Bueno, no suena mal, además no tengo otra idea ni otra opción, ¿cierto?

–Pues entonces ya podemos presentarnos bien. Es un placer conocerte Spooffy.

El ahora llamado Spooffy no pudo evitar soltar una momentánea risa de alegría, pues ahora por lo menos tenía un nombre y más importante aún, tenía un amigo.

–El placer es mío Kento.


Capítulo anterior
Siguiente capítulo


comments powered by Disqus
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis